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miércoles, 16 de diciembre de 2015

Unidad falangista, ¿unidad?



Algo de lo que siempre se habla en mundo Nacional-Sindicalista es en la unidad de todas y cada una de las falanges existentes en España. Una unidad que poco conviene a algunos y que muchísimo nos interesa a los demás para ser una columna política fuerte, unida y organizada. Pero para que haya dicha unidad, primero tiene que haber falangistas con una conciencia plena y un espíritu sano. Si no, todo será una chapuza que desembocará en un fracaso. El gran problema es que en nuestro mundillo azul hay mucho disfraz y demasiada hipocresía por parte de algunos. Bien porque viven criticando a los demás (para así hacer saber al resto de que siguen existiendo) o porque prefieren tomar una actitud conformista, sectaria y nostálgica. Son demasiadas las cosas que juegan en nuestra contra (y sabidas por todos) que aburre repetirlas una y otra vez.



Siempre me han preguntado que si apoyo la 'unidad de falanges'. Mi respuesta siempre ha sido la misma: habrá unidad falangista cuando haya verdaderos falangistas que no solo quieran jugar a los enterradores o a los frikifachas que reniegan de nuestro autenticismo revolucionario solo porque 'huele a rojo'. Que no solo piensen en estupideces como que por narices se tiene que llevar la camisa azul hasta para ir al baño. A mí, por ejemplo, no me hace falta llevar la camisa azul para demostrar a los demás lo 'falangista que soy'. La camisa azul, para mí y para muchos camaradas, es parte del uniforme que usaron nuestros camaradas en un tiempo determinado y hoy día no se tiene porqué llevar. La camisa se lleva en el corazón como símbolo de nuestra revolución. Azul proletario de trabajador de industria que siente que el trabajo es más derecho que un deber, porque simboliza a la vez la dignidad del hombre como portador de valores eternos e intangibles. Conozco a muchos de esos frikis que se disfrazan cada 20-N para ir a rezar a una iglesia. Muchos de esos son los primeros en ignorar la esencia de nuestra doctrina y en renegar completamente de conceptos como república, revolución, sindicalismo o autogestión, por el simple hecho de que son propios de 'la izquierda'.


No se debe estar anclado en los años treinta para demostrar nada a nadie. Estamos en el decadente S.XXI que tanto daño está haciendo a las mentes de nuestras generaciones. Nuestra misión es combatir la ''cultura'' que ese siglo ha introducido en las raíces de España y no empecinarnos en mostrarnos como alternativa con una actitud de cripta. La actitud del día a día, la formación y la militancia constantes es lo que de verdad hace al falangista. La mejor forma de recordar a nuestros muertos es luchar por la causa por la que ellos fueron asesinados. Luchando por poner en práctica la doctrina que tanto nos cuesta mostrar al público por los continuos obstáculos que nos pone el represor y dictatorial Estado (anti)Español, con sus métodos ''democráticos''.


Y sí, está muy bien recordar a nuestros caídos. Pero para eso ya existen asociaciones culturales como la Hermandad de la Vieja Guardia o la Hermandad Nacional División Azul. Falange, como (anti)partido político está para servir y luchar por los vivos, por los que son desahuciados de sus casas y por los que pasan mil penurias para poder alimentar a su familia. Hay que dejarse de tanta parafernalia y tomar actitudes verdaderamente radicales ante un Estado que se lucra del hambre de un pueblo sumido en la ignorancia y en el miedo. La revolución que el Nacional-Sindicalismo preconiza no se hace frente a una lápida, la revolución empieza en uno mismo, de forma espiritual. Bebiendo de la teoría de nuestros ideólogos mediante una formación de calidad para, posteriormente, materializarla en un arma eficaz contra la injusticia que hoy se ha hecho ley. Revolución no es solo derrocar a un régimen mediante la unión de todo un pueblo que empuja al viejo orden para conseguir la libertad. Un acto revolucionario es tomar una actitud auténtica acorde a nuestro pensamiento, escribir para concienciar, e incluso no desistir en la militancia política. Esa militancia que muchos toman como un hobby que dejan cuando les apetece. No señores, militar en Falange no es un pasatiempo. Militar en nuestras filas es un sacrificio continuo, una pasión y un sentimiento que roza lo indescriptible. Falange es poesía porque es revolución.